jueves, 13 de marzo de 2008

El loquito

Las calles de Maputo son de una fealdad a la que se les toma cariño. No invitan al paseo, y no puedes dejar de pasearla. Sus gentes son supervivientes diarios de la hecatombe de la globalización. Personas que caminan aturdidas de pobreza entre los todoterrenos y la basura.

Los nombres de sus calles son reliquias de otros tiempos en los que se soñaba con cambiar el mundo a golpe de martillo. Los niños ahora piden limosna, y los viejos, heridos en el orgullo de su dignidad les regañan.

Una noche, un loquito sin camisa bailaba entre los vehículos de la calle Julius Nyerere. Nosotros caminábamos buscando un sitio para cenar. Su danza era eléctrica. Tan pronto se lanzaba a correr en la dirección en la que venían los coches, se detenía como estatua congelada en mitad de la carretera o desafiaba a los vehículos tirándose al suelo.

Lo miramos alarmados. Ese hombre se estaba jugando la vida. De pronto pasó corriendo a nuestro lado. El loquito tenía una expresión de estar pasándosela bien.

En Maputo, el alumbrado público apenas alumbra el poste que sostiene la bombilla. El descamisado era preto como la noche. Eran sus ojos grandes y blancos los que anunciaban que detrás de ellos había un hombre de mediana edad y sin camisa que danzaba, corría, y gritaba chillidos de emoción y adrenalina cuando un cuatro x cuatro rozaba su cuerpo ágil y esquelético.

En una de esas… ¡¡Krassssss!! El frenazo de un coche hizo que se empotrara el que venía detrás, después el siguiente, que además abolló a otro que estaba aparcado y que comenzó a lanzar su alarma escandalosa.

El aspirante a suicida, tumbado en la carretera, a metro y medio del primer vehículo levantó la cabeza para ver el desaguisado del que era responsable y de repente desapareció. Los conductores salieron de sus coches, los curiosos se arremolinaron, la alarma seguía hasta que llegó su dueña que estaba en una cafetería cercana…

Unos pasos más adelante encontré al loquito agachado, escondido, un poco asustado y sin poder parar de reírse.

2 comentarios:

La gata que no esta triste y azul dijo...

:) El hombre encontro algo con lo que divertirse dentro de su miseria

Armando Lara dijo...

Quería felicitaros por este blog tan estupendo. Permíteme presentarme, mi nombre es Armando Lara, vivo en Mijas Costa en la provincia de Málaga y soy un enamorado de Mozambique y concretamente de Pemba; de hecho mi mujer nació ahí, en Pemba, cuando era conocida como Porto Amélia. Mi mujer va dos veces por año a ver a su madre que sigue viviendo en Cumisete, que como sabréis es uno de los "bairros" de la playa. Yo suelo ir una vez al año o como mucho cada dos años.
Tengo cientos de fotografías de Pemba: http://ajlo40.spaces.live.com/photos/cns!5737B77E446A50D8!153/
También nosotros hicimos ese maravilloso viaje a Ciudad del Cabo, que es uno de los lugares más maravillosos del mundo y se nos llena el corazón de nostalgia cada vez que lo recordamos, no dejéis de visitar Knysna si podéis, o mejor aún haced la "Garden Route" que es uno de los paseos más bonitos del mundo.
En fin, quiero que sepáis que os envidio sanamente por lo que estáis haciendo y que me gustaría seguir en contacto con vosotros y con vuestra aventura africana.
Algún día te haré llegar un libro que escribí de todas mis experiencias en Mozambique y Sudáfrica...
Abrazos.